Un paciente nunca puede ser un “síntoma” que se soluciona con la pauta de un medicamento
Esta mañana colocando unos libros en una nueva estantería, he vuelto a abrir después de muchos años, un libro que estudié con entusiasmo cuando era estudiante de Medicina, hace sólo 33 años.
El título del libro, traducido al español, es El médico, su paciente y la enfermedad, publicado en 1957. El autor de este libro es Michael Balint, un médico húngaro que desarrolló su vida profesional en Reino Unido y que tuvo el mérito de ser pionero en aproximar los aspectos psicológicos de las relaciones humanas a la práctica médica, y así conseguir humanizarla. Balint aboga por “entrevistas prolongadas”, donde se pueda llegar a un diagnóstico completo y de la “persona total”; sin embargo, pronto repara en la escasez de tiempo en las consultas de los médicos y sistematiza algunas de las aplicaciones del psicoanálisis a la asistencia sanitaria. También enfatiza en la importancia del lenguaje corporal y de cosas tan sencillas como la forma en la que sentarse cómodamente antes de empezar una consulta.
Con la publicación del libro Seis minutos para el paciente (1973), por parte de su esposa Enid Balint, crean el concepto de “psicoterapia focal”, “psicoterapia breve” y la técnica “flash”. Esta técnica consiste en la toma de conciencia espontánea y mutua, por parte del médico y del paciente, del problema principal del enfermo: es una forma de sensibilizar mediante la “escucha”. Un paciente nunca puede ser un “síntoma” que se soluciona con la pauta de un medicamento.
En mi formación he tenido la suerte de encontrar a un profesor que me ha introducido en los “grupos Balint” para poder considerar esta relación como elemento de máxima utilidad en el diagnóstico y terapia del paciente. Una cosa tan banal como cruzar las piernas cuando empiezo una nueva consulta e invitar al paciente a sentarse cómodamente, la he aprendido con este libro que hoy he vuelto a encontrar.
Muchos de mis pacientes acuden a mi consulta por enfermedades del hígado o problemas digestivos que necesitan cambios, muchas veces radicales, de hábitos de vida. Hay síntomas producidos, o por lo menos agravados, por situaciones relacionadas con la vida personal que hay que ser capaces de escuchar y valorar. Hay diagnósticos que cambian la vida y que deben ser aceptados. Hoy, con este libro entre manos, he reflexionado como lo aprendido con Balint forma parte de mi práctica cotidiana casi sin darme cuenta.
Desde marzo de este año he ampliado mi actividad profesional realizando consultas privadas en el Hospital San Francisco de Asís de Madrid. Esta nueva actividad me ha permitido experimentar una nueva forma de relacionarme con los pacientes: después de la consulta presencial me he propuesto aprovechar las posibilidades de las nuevas tecnologías continuando la relación con ellos a través del correo y WhatsApp.
Parece increíble pero cuando una persona tiene una afección que requiere variar los hábitos de vida, la presencia del médico, con su autoridad y consejo, aunque sea telemáticamente, supone un gran apoyo y la experiencia está resultando ampliamente positiva. En mi especialidad, la consulta virtual no puede existir, pero la posibilidad de solicitar un consejo o comunicar los resultados alcanzados está ayudando, sin duda a alcanzar resultados definitivos. ¿Cuántos casos similares se habrán alargado innecesariamente por las limitaciones impuestas por el sistema sanitario? Es cierto que esta opción no está disponible para todo el mundo, pero desde luego en mi caso ya no hay vuelta atrás. En los casos como los referidos en este post, estoy completamente convencido de los beneficios de una relación médico paciente cercana y continuada